5.- La emoción es una experiencia subjetiva

Las imágenes mentales de la infancia condicionan muchas de las fantasías emocionales inconscientes en la edad adulta. Descifrar estas imágenes nos permite procesar esta emoción y darle la respuesta adecuada que no tuvo entonces.

margriet boom

La experiencia emocional no es una simple reacción a lo que sucede. Tenemos una participación activa en ella.1,2

En los capítulos anteriores hablamos de los distintos lenguajes de las emociones, así como de los tres niveles de funcionamiento emocional: tallo cerebral, ganglios basales y corteza cerebral.3

En el presente capítulo intentaremos adentrarnos un poco más en la explicación neurofuncional.4

Abordaremos este tema a través del planteamiento que hace la “Neurociencia Afectiva”. Esta aproximación define a la emoción como una respuesta global y automática que se ha desarrollado, a través de la evolución, para la supervivencia de la especie.5

Para poder explicar más profundamente el nivel evolutivo de las distintas emociones, nos adentraremos en algunos de los temas neurofuncionales que ya veníamos esbozando en capítulos anteriores.6

Este abordaje nos permitirá entender a la emoción como una experiencia subjetiva, que el sujeto construye a partir de la manera en que organiza la experiencia vivida.7

Esta experiencia se inscribe en su neuro-funcionamiento a través de conexiones neuronales que dejan huellas permanentes y determinarán la manera que sujeto de interpretará la realidad,8 preparando la a entrada nuestro siguiente capítulo: 

6.-la realidad como una construcción

Para una comprensión más completa de este planteamiento retomaremos el esquema desarrollado por Panksepp, que presentábamos en el capítulo 2, pero ahora colocado al lado de un esquema cerebral anatómico, para ampliar nuestra comprensión del mismo.9

Lado izquierdo: esquema desarrollado por Panksepp para la explicación de los niveles de complejidad en la respuesta emocional de acuerdo con el proceso evolutivo cerebral y la ubicación de esta respuesta. Imagen tomada del Libro “The Archeology of mind9
Lado derecho: corte sagital del cerebro medio que permite relacionar las estructuras reales asociadas al esquema de la derecha.  Imagen tomada Pinterest

Este esquema aporta un abordaje didáctico para una mejor comprensión de los distintos lenguajes que pueden “hablar” nuestras emociones, dependiendo el lugar de la principal activación cerebral.10

Nuestras emociones heredadas, cuya activación parte del tallo cerebral, plantean sensaciones que tienen que ver con la continuidad existencial y estarán directamente relacionada a la activación autonómica,11 de la que ya hablábamos en el anterior capítulo y explicaremos con detalle en capítulos siguientes, sobre todo cuando hablemos de las emociones de angustia y de rabia.

Estas emociones básicas están ligadas a la respuesta autonómica precisamente porque el sistema nervioso autónomo, como su nombre lo dice, es el encargado de regular las funciones que permiten la continuidad de nuestra existencia de una manera automática: ritmo cardiaco, frecuencia respiratoria, presión arterial, temperatura, etc.12

Por lo mismo estas respuestas se encuentran conectadas con el hipotálamo, estructura neuroendocrina y principal centro de control de nuestra “química corporal”.13

Nuestras emociones básicas estarán así estrechamente relacionadas con nuestra “química biológica vital”. 12

Los procesos de secreción hormonal, desde la respuesta de “lucha y huida” asociada a la secreción adrenérgica provocada por una amenaza real o fantaseada,14 hasta la necesidad de contacto estimulada por la oxitocina,15 estarán vinculados a estas emociones básicas.16

Estas respuestas heredadas, que no requieren aprendizaje, pues constituyen una herencia filogenética, se pueden apreciar en el esquema de Panksepp en tallo cerebral. 

Las habíamos ya nombrado en anteriores capítulos: curiosidad, deseo sexual, cuidado, agresión, temor, pánico y juego (de izquierda a derecha en la base del esquema).

Habíamos también señalado que corresponden a funciones que se activan principalmente en la sustancia gris periacueductal (PAG. Periacueductal Gray por sus siglas en inglés) en el tallo cerebral.

Si bien las emociones primitivas vienen “precableadas”, el ser heredadas filogenéticamente no significa que sean experimentadas de manera idéntica por todos los sujetos.17 No todos vivimos la misma experiencia ante una necesidad apremiante.12

La manera en que son experimentadas por el pequeño depende principalmente de la madurez de su sistema neurofuncional en el momento del nacimiento,18 que pueden influir de manera determinante en cómo se desarrolla esta experiencia, independientemente de las condiciones ambientales.19

Existen también otras condiciones fisiológicas que pueden determinar la capacidad de regresar a la homeostasis funcional: una malformación congénita, condiciones de prematurez, polimorfismos de algunos genes relacionados a la tolerancia al estrés como el BDNF (-Brain Derived Neurotrophic Factor- en español: factor neurotrófico derivado del cerebro),  condiciones fisiológicas especiales como un reflujo gastroesofágico severo, etc. 

La desregulación vital que un sujeto sufre ante la presencia de una necesidad, sea porque el ambiente no da una respuesta adecuada, o porque, aunque haya la respuesta, el pequeño presenta una condición funcional que le dificulta el regreso a la homeostasis, determinará su experiencia,20 e irá construyendo su visión subjetiva de la realidad y el recuerdo que construya de la misma.21

Este recuerdo, generará una expectativa, es decir, sentará las bases para anticipar la manera en que se resolverán situaciones posteriores semejantes.

La sensación de hambre y saciedad que experimentará un bebé sano será diferente a la que experimente un bebé con reflujo gastroesofágico severo, en donde el alivio también constituye la fuente de dolor por la acidez que produce el reflujo de la comida.22

La emoción se construye aquí a partir de una experiencia temprana asociada a una disfunción biológica y dejará huellas relacionadas a este funcionamiento, que se activarán de manera automática. 

El bebé no tiene aún la capacidad de comprensión suficiente para poder identificar que no se trata de una agresión dirigida hacia él, sino de una condición dolorosa y se experimentará la experiencia como una falla en el cuidado de su bienestar, lo que le dificultará enormemente la construcción de una espera confiada.23

En otro ejemplo similar, podemos decir que la desregulación autonómica ante la sensación de sueño y cansancio que experimentará un bebé con un buen aparato neurofuncional, no será la misma que aquélla que experimenta un bebé con hipersensibilidad y desintegración sensorial ante la misma necesidad vital, pues esta desintegración condicionará un tiempo de duración más prolongado de esta sensación desagradable y nuevamente lastimará la confianza en que el cuidador puede rescatarlo y convertirse en un lugar seguro.24

De esta manera la emoción es una experiencia subjetiva y está relacionada con la interacción que se establece entre: 

  • el aparato biológico del bebé para procesarla y 
  • las condiciones de cuidado que recibe del entorno. 

Es un producto híbrido. 18

Estas variables se irán entrecruzando para que el bebé vaya desarrollando, o no, una capacidad de vinculación emocional sana.25

Considerando que existe un buen cuidador, pendiente del pequeño y disponible emocionalmente y un niño sano, las necesidades vitales seguirán un curso de resolución que facilitará la interacción entre la madre (cuidador) y el pequeño.

Las necesidades del bebé tales como: hambre, sueño, incomodidad, dolor, etc., activarán la respuesta simpática de alerta, pues representan un estrés corporal y se manifestará a través del llanto.26

Este llanto constituye de inicio sólo una descarga,27  pero poco a poco se irá convirtiendo en un llamado conforme la madre (cuidador) logre descifrar la necesidad a resolver. 28

Ante la experiencia repetida de respuesta empática del cuidador, brindando, por ejemplo, la comida, ante la sensación de hambre, se iniciará un diálogo preverbal entre la madre y el bebé, dialogo que le permitirá, a este último, ir simbolizando la realidad, “ponerle nombre” a lo que le sucede.28

Un niño con un sistema neurofuncional suficientemente sano, no presentará una activación excesiva del sistema nervioso simpático ante el estrés funcional, y se recuperará más fácilmente al recibir el satisfactor que resuelve la necesidad.12

La repetición de la experiencia el pequeño irá generando una espera confiada y la seguridad en que su cuidador lo rescatará, en algún momento, de la sensación desagradable que está sintiendo.29

Estos eventos, a su vez, se registrarán como experiencias positivas que le permitirán, en siguientes ocasiones, esperar la resolución e ir generando seguridad y confianza en la relación.30

Al contrastar la nueva experiencia con la anterior irá formando un aparato de pensamiento que progresivamente le permitirá ir descifrando lo que sucede y como resolverlo.26,31

El recuerdo de esta interacción, si bien no es consciente y corresponde más a sensaciones corporales, se registrará a nivel secundario, en los ganglios basales, especialmente en los circuitos amigdalares, a través imágenes mentales o como sensaciones corporales,16 basadas en la experiencia que está teniendo el pequeño, tal y como la misma fue experimentada en función de la situación, pero también de su nivel de madurez funcional.24 Es decir, se trata de una construcción activa, no de un registro pasivo.32

Si la experiencia no logra ser satisfactoria, bien sea por la falta de una respuesta acertada del ambiente o por una condición fisiológica que condiciona una mala experiencia (dolor, hiperactivación sensorial, desorganización funcional, etc.) las emociones que se irán registrando, en el segundo nivel, corresponderán a emociones aprendidas poco satisfactorias.

En este nivel, secundario, encontramos emociones inconscientes aprendidas que pueden ser agradables como la empatía y la confianza o desagradables como la vergüenza, la culpa, el juicio, etc.33 Actitudes inconscientes que determinan nuestro comportamiento y no por ser aprendidas están al acceso de nuestra conciencia. 

Estas experiencias, como señalábamos en el capítulo anterior, están vinculadas a imágenes mentales muy parecidas a las oníricas.34

Se quedan registradas de manera inconsciente en circuitos en ganglios basales, especialmente amigdalares. Se accede a ellas a través de los lenguajes metafóricos preverbales y carentes de lógica, porque se gestan en momentos del desarrollo anteriores al desarrollo de estas funciones cerebrales superiores. 32,34

Desde la perspectiva psicoanalítica estas fantasías son la base de las defensas caracterológicas que determinan la manera de interpretar la realidad y el tipo de relaciones que establecemos cotidianamente.35

Este nivel de funcionamiento se relaciona, de manera muy estrecha, con el patrón de apego. Se trata de emociones en las que ya media un aprendizaje temprano, basado en las primeras interacciones vinculares.36 

Abordaremos con detalle los 4 tipos de patrones de apego cuando entremos en el capítulo:

13.- El pánico al abandono.

Baste ahora solo señalar que, de acuerdo con nuestra perspectiva, este patrón no constituye una simple respuesta a la capacidad empática del cuidador o a su nivel de mentalización (capacidad del cuidador para entender una vida mental en el bebé con emociones y pensamientos semejantes a los propios).37

Si bien estos dos son elementos esenciales para lograr un patrón de apego seguro, añadimos otro elemento que participa activamente en la construcción que hace el pequeño de la realidad y de sus relaciones y que puntualizábamos anteriormente: la madurez biológica y neurofuncional del niño en sus etapas tempranas.  

Estas dos variables, ya habían sido señaladas anteriormente. 

Corresponden a lo que Malher habría señalado en algún momento como los dos elementos necesarios para un buen proceso de separación-individuación:

  • el maternaje (cuidado afectivo de la madre) 
  • y la maternación (la capacidad del bebé para procesar este cuidado).18

Y encuentran su antecedente en el concepto planteado por Freud de las series complementarias.38,39

Pero la complejidad va en aumento porque el cerebro es un “aparato” que se modifica continuamente a partir de su experiencia. Así que la interacción de estas dos variables que se inscribe en circuitos neuronales a su vez determinará la manera en que las nuevas experiencias se interpreten y acomoden. 40–42

El cerebro que vive una buena experiencia de cuidado es distinto del que atraviesa por un estrés significativo en un período temprano de la vida. La experiencia de la pérdida del cuidador deja huellas irreversibles.42

De esta manera la historia previa determina nuestro punto de partida para la interpretación de las nuevas experiencias.43

Progresivamente se irán añadiendo nuevas conexiones. Las que se activen con mayor frecuencia conformarán el “programa” para “interpretar” la realidad, “anticipando” lo que se puede esperar (si se quiere, pre-juicios de lo que pudiera suceder). 44

Según Llinás el cerebro es un órgano “interpretador de la realidad” y para acortar sus tiempos de reacción, ser “más eficiente”, se apoya en presupuestos, generados por experiencias previas.23

Poco a poco, y con el desarrollo progresivo de las funciones cerebrales superiores: lenguaje, pensamiento, razonamiento, funciones ejecutivas, memoria, atención, etc. el bebé contará con nuevos recursos para organizar su experiencia.45

Con el desarrollo de la memoria declarativa, especialmente de la memoria episódica, tendrá la capacidad de “hacer un relato” de lo sucedido, con características progresivamente más apegadas a la realidad y menos egocéntricas, pero es un camino que llevará varios años.45

El desarrollo cognitivo posterior permitirá una explicación más consensuada de lo que sucede, pero la raíces en que se ancla esta apreciación, ya están dadas.

Las funciones cerebrales superiores, a pesar de ser la máxima expresión de nuestro desarrollo cerebral, estarán influidas por el funcionamiento primario. 46

Un sujeto adulto que haya experimentado en sus primeros años una enorme inestabilidad funcional y en consecuencia haya vivido al contacto como hostil, podrá generar una disertación, absolutamente racional,acerca del por qué la mejor manera de relacionarse es desarrollando múltiples estrategias de protección para evitar que los otros puedan dañarlo. Las premisas que apoyarán su razonamiento están basadas en una experiencia distorsionada en su desarrollo temprano y en la manera en que se interpretó la realidad, ya sea por situaciones dolorosas que realmente sucedieron relacionadas con un ambiente realmente hostil, ya sea por un aparato funcional disfuncional con desintegración sensorial, a pesar de los cuidados amorosos o, como sucede en la mayoría de los casos, por una compleja combinación de variables. 17

Un proceso aparentemente lógico encuentra sus raíces en procesos preverbales y es absolutamente subjetivo.47De ahí la importancia de trabajar con nuestras fantasías. 

Y estas fantasías influyen aun en actividades que parecieran estar lejos de la vida emocional. Aunque una argumentación sea absolutamente coherente, lógica y racional, las bases motivacionales de la misma siempre estarán enraizadas en aspectos de nuestro funcionamiento primitivo que son inconscientes.48

De esta manera podemos decir que la emoción es una experiencia subjetiva en donde el sujeto construye su experiencia emocional (y su realidad) a través su aparato procesador: su cerebro. 

El resultado final está condicionado por diversas variables:

  • El adecuado funcionamiento y madurez cerebral desde el momento del nacimiento.
  • El momento de desarrollo en que sucede una experiencia: No tenemos los mismos recursos en los distintos estadios de desarrollo, ni los sucesos tienen el mismo impacto en diferentes etapas del desarrollo. 
  • Las experiencias previas: Ciertas experiencias emocionales condicionan la secreción de distintas citoquinas y hormonas. Estas moléculas afectan el desarrollo cerebral subsecuente.49
  • La intensidad y duración de la experiencia: Una experiencia muy intensa genera una respuesta hormonal distinta, especialmente por la secreción de catecolaminas que afecta el registro de esta.50 La duración también tiene efectos en el funcionamiento cerebral. No es lo mismo una experiencia de corta duración que el estrés crónico que lleva a la sensación de impotencia aprendida (learned helplessness). 51
  • La experiencia de contacto: La disponibilidad afectiva de otro ser humano, y  la capacidad del bebé de recibir esta actitud empática, permite o no, sentirse acompañado durante la misma y poder ,o no, construir un vínculo satisfactorio.

Cada uno construimos nuestra experiencia emocional a partir del entretejido que se forma al integrar: la intensidad de la desregulación experimentada por el suceso y la posibilidad o imposibilidad de ser rescatados de la misma a través del contacto.

Coloreamos al mundo en función de cómo lo pudimos ir descifrando y construimos una realidad con nuestra propia interpretación de los sucesos. Generamos una explicación, no verbal de nuestra historia, a través de nuestra vida emocional. 

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