4.- El idioma que hablan nuestras emociones

“Las emociones inconscientes hablan un lenguaje preverbal, plagado de imágenes y sensaciones, porque se apoyan en fantasías primitivas que surgieron cuando aún éramos muy pequeños. Para descifrarlas hay que aprender a hablar su idioma.” 

margriet boom

“Emotions are the grammar of social living”

Irenaus Eibl Eibesfeldt

El corazón tiene razones que la razón desconoce”.

Blaise Pascal

¿Por qué a veces nuestras emociones no entienden el lenguaje coherente y lógico del pensamiento? Por ejemplo, cuando trato de evitar sentir este deseo apremiante de llamar a aquella expareja que tanto me rechaza. 

O ¿Por qué decido realizar mi trabajo con tiempo suficiente, pero vuelvo a encontrarme en medio de la noche queriendo terminar mi proyecto? 

O bien, ¿Por qué si sé con certeza que cuando reacciono impulsivamente lastimo a personas que quiero, … no puedo evitarlo, a pesar de que después la culpa y el dolor me persigan? 

¿Por qué si he logrado, a través de mi esfuerzo cotidiano, hacer crecer mi sensatez y mi cordura, me abandonan cuando más las necesito? 

¿Por qué a veces estoy triste sin razón y la motivación me abandona, aunque considero que mi vida es suficientemente buena? 

Así podríamos poner muchos más ejemplos, en donde pareciera que nuestras emociones son un mundo paralelo que no entiende de razones.

Las emociones básicas o primitivas, aunque tienen un mensaje importante para darnos, hablan otro idioma que no es precisamente el verbal.1

Son reacciones inevitables, tal como un estornudo. Suceden, ajenas a nuestra voluntad.2

Si bien no podemos evitarlas, si tenemos la capacidad de decidir lo qué haremos con ellas cuando aparecen:

¿Las acallamos reprimiéndolas, aunque arremetan con más fuerza más tarde? 

¿Les damos rienda suelta o las vamos domesticando poco a poco? 

¿Las permitimos tratando de entenderlas y contenerlas?  

Esta última opción requiere de una importante madurez y desarrollo emocional. 

Para poder llevarla a cabo se requiere entender el idioma que hablan los sustratos más profundos de nuestra vida emocional.3

 Las emociones más primitivas son respuestas automáticas, que se apoyan en nuestro sistema nervioso autónomo y modifican nuestro estado de homeostasis (pulso, presión arterial, irrigación sanguínea, alerta mental) como veíamos en el primer capítulo.4

Cuando hablábamos de los distintos niveles de activación cerebral, relacionados a la emoción, en los anteriores capítulos, se explicaba por qué tan sólo las de la última capa, las que se ubican en la corteza cerebral, son accesibles a la lógica y al pensamiento. Especialmente las que implican la activación de la corteza prefrontal.5

Este proceso más evolucionado si puede escuchar de “razones” y puede entender el lenguaje verbal. Las técnicas de la psicología cognitiva conductual son especialmente útiles en este nivel, pues es un estado que permite la reflexión. 

Pero si la emoción que se activa es más primitiva y aún no ha establecido contacto armónico con la corteza cerebral, tiende a disociarse y nos guiará hacia otro derrotero. 

La activación de las regiones más profundas cerebrales (tallo cerebral) tiene que ver con conductas no aprendidas o aprendidas en los primeros años (ganglios basales) y se relacionan con lo que se suponía era necesario para la supervivencia,3 por eso tienen tanta fuerza y por lo mismo no obedece a procesos reflexivos, sino de respuesta automática, ya que se encuentran más relacionadas con las respuestas hormonal y del sistema nervioso autónomo, que con la conciencia.5

Ante la sensación de peligro, estas regiones subcorticales tomarán el mando, a pesar de las razones que la corteza quiera comunicarles, e incluso a pesar de que este peligro ya no exista en el presente, o se haya modificado.6

Mientras las regiones subcorticales disparen la respuesta de defensa, la lógica pasará a segundo plano.7

Imagen tomada de https://tuguiadeaprendizaje.co/organizacion-del-encefalo/

Una característica muy importante de las pautas de reacción emocional primitivas es que son atemporales8 y activan al sistema endócrino a través de la importante conectividad que existe entre la sustancia gris periecueductal PAG -Periacueductal Gray- (en tallo cerebral o tronco encefálico), la amígdala, (en ganglos basales) y el hipotálamo, (en el diencéfalo).9,10 

Al ser atemporales, estas respuestas se reactivan como si volvieran a suceder y no como un recuerdo.11 Esto tuvo una función evolutiva, aunque en ocasiones resulte poco adaptativa para nosostros los humanos. 

Ante la presencia de un depredador la presa tiene que reactivar todo su sistema de defensa para ponerse a salvo, sin que medie ningún tipo de reflexión que le haría perder un tiempo valiosísimo.12 

Sin embargo, este sistema de defensa, como decíamos, no es siempre útil, sobre todo en el mundo civilizado, en el que, por ejemplo, pueden existir algunos estímulos asociados a un evento traumatico, que no tienen relevancia, como el color de la camisa del atacante, que pueden funcionar como disparadores de la respuesta de huida, aún cuando se trata de otro individuo. Es decir esta herramienta que utilizó la evolución no es tan útil en muchas de las circunstancias actuales13,14

El idioma de las emociones más primitivas es aparentemente universal.

La expresión facial es un lenguaje que no requiere traducción. 

En diversos experimentos Ekman y Friesen comprobaron que determinados movimientos faciales para la expresión de una emoción fueron descifrados inequívocamente por participantes que provenían de culturas muy distintas.1

Plantearon este experimento para 6 emociones básicas: agresión, temor, alegría, tristeza, enojo y sorpresa. 

Experimentos posteriores han hecho evidente la capacidad humana para descifrar inequívocamente alrededor de 20 expresiones emocionales y sus matices, especialmente cuando no solo se presenta una imagen estática de las mismas, sino como un conjunto de acciones que permiten anticipar una intención.

La expresión facial corresponde a un lenguaje corporal no verbal. 

Una expresión de miedo o de alegría puede comunicar en un instante lo que mil palabras no alcanzan a hacer en una descripción detallada. 1

Algunos lenguajes metafóricos, como la poesía o la canción, pudieran lograrlo mucho mejor que la descripción verbal, porque van más allá de las palabras. 

Esos lenguajes juegan con imágenes mentales, sincronías y armonías, produciendo también efectos en nuestra respuesta emocional, por lo que a pesar de que algunos utilizan palabras (la poesía) no son un lenguaje verbal propiamente dicho, por sus múltiples componentes paraverbales. 

En las siguientes imágenes pueden apreciarse ejemplos de estas metáforas, en este caso imágenes, que transmiten un mensaje emocionalmente muy poderoso.3

Imágenes metafóricas que presentan poéticamente emociones. Se asemejan a las que aparecen en los sueños. (Imágenes oníricas).

Van der Kolk se ha dedicado a estudiar el lenguaje corporal que se hace evidente en personas que han sufrido alguna experiencia traumática grave. 

El autor plantea que es el cuerpo el que lleva el “score” de estos eventos hablando a través de los síntomas. En esta última situación el lenguaje se expresa a través de contracturas, pérdida de energía, respuesta ante estímulos, desgaste, etc.8

Entendemos así que existe un lenguaje emocional que no entiende de palabras.9

Freud, desde hace más de un siglo, con su revolucionario descubrimiento del inconsciente, nos abrió los ojos a estos fenómenos10 y a la compulsión a repetir ciertos patrones, aunque conscientemente los rechacemos.11

Si bien el inconsciente implica muchas otras funciones, como iremos viendo, es importante señalar que gran proporción de nuestra vida emocional se desarrolla en este nivel de conciencia.12

Estas emociones inconscientes determinan nuestro comportamiento. Incluso en las decisiones aparentemente más conscientes.13

Si las necesidades emocionales primitivas se han resuelto adecuadamente, habrá un funcionamiento armónico del que tendremos pocas noticias. Pero si en el proceso se ha generado alguna disociación,14 estos contenidos emocionales insistirán para hacerse escuchar. Es conveniente descifrarlos para darles una respuesta más adecuada a la que obtuvieron y que generó esta dificultad de integración.14,15

De este modo, en el nivel más básico encontraremos emociones relacionadas con la supervivencia, y su lenguaje tiene que ver simplemente con la regulación de energía (homeostasis) y el mantenimiento de la continuidad existencial.16

Hablan un lenguaje tan simple como la sincronización del movimiento, o la repetición de patrones como la respiración.17

Las intervenciones que brindan apoyo cuando necesitamos tranquilizarnos son precisamente éstas. Escuchar sonidos suaves, rítmicos, lentos y armónicos; sincronizar movimientos, hacer contacto visual, hacer respiraciones profundas, etc. Técnicas muy desarrolladas por la Neurobiología Interpersonal18, Terapia Focalizada en la Compasión19 y Porges y la Teoría Polivagal.16 Por eso arrullamos a los bebés, para hacerlos sentir que están a salvo.20

Los movimientos sincrónicos, el contacto visual, el tacto suave, entre otros acercamientos emocionales, producen la secreción de oxitocina misma que a su vez favorece el contacto21,22 y este contacto genera la sensación de encontrarse a salvo,23 de ser parte de la manada que nos protege de cualquier daño.7

Este no es un comportamiento aprendido. Se trata de una respuesta filogenéticamente heredada.24Abrazamos a nuestras crías para calmarlas, o las llevamos en brazos para que con el movimiento vuelvan a experimentar este contacto.25 Ante la angustia desusadamente alta, poder estar en brazos de alguien que nos haga sentir protección es un buen recurso. La respiración pausada o los sonidos graves que semejan al latido del corazón, o una voz armoniosa pueden ser tremendamente reconfortantes.16

Este es el lenguaje más primitivo, el de las emociones básicas, es el de la supervivencia.

Si queremos transmitir cuidado, o queremos apagar el pánico, o disminuir la angustia, el lenguaje que estas emociones entienden se arraiga en estos movimientos sincrónicos propios de la crianza, pues la vulnerabilidad se resuelve con el cuidado.26

Este trabajo resulta benéfico ante pacientes que se encuentran en estados de verdadera desregulación del sistema nervioso autónomo. Ya sea por hiperactivación del sistema simpático y toda su secreción adrenérgica o por la respuesta de congelamiento que puede presentarse a través procesos disociativos.27

El contacto se logra de manera pausada y sincrónica y ejercicios de este tipo pueden ayudar para iniciar cualquier trabajo terapéutico profundo, para dar el mensaje de que la persona se encuentra en un lugar que cuidará de su protección.21,28

La activación de las áreas relacionadas con el cuidado y la activación del sistema autónomo parasimpático a través de ejercicios de meditación o respiración, son un excelente preámbulo que abre la puerta para que la persona pueda permitirse entrar al siguiente nivel: el de las fantasías infantiles, relacionados con circuitos inscritos en ganglios basales y que hablan el idioma de la imagen mental y el pensamiento mágico-prelógico.29

Este siguiente nivel de lenguaje está relacionado con los primeros aprendizajes vinculares.30 Esta apoyado en los inicios de este pensamiento simbólico omnipotente, preverbal y mágico propio de la fantasía infantil.31

Imágenes que representan las cualidades del pensamiento omnipotente infantil que siguen vigentes en la vida adulta dentro de los contenidos inconscientes de algunos procesos emocionales.

Si queremos trabajar con emociones como la culpa, el resentimiento, el miedo (no la angustia, que está en el anterior nivel), la vergüenza o el apego (no el cuidado, igualmente del anterior nivel) necesitamos acudir a representaciones visuales metafóricas que simbolicen esta fantasía.1,32 En este nivel la música, la poesía o imágenes mentales parecidas a las oníricas pueden ser de gran utilidad. 

Por ejemplo, para poder trabajar un tema de arrogancia, se puede representar la sensación de superioridad colocando a la persona en un plano físico superior al de los demás (sobre una mesa) y pedirle que se dirija a los otros desde ahí, para permitirle inicialmente visualizar su defensa caracterológica y el costo que tiene y se le invita compasivamente a entender la fantasía infantil que apoyó esta necesidad;14,15 entendiendo la posible creencia que sustentó a esta superioridad como un lugar seguro, identificando lo que se temía realmente, afrontándolo nuevamente pero desde los recursos del hoy, en el aquí y ahora.15

De esta manera se logra desmantelar un constructo. Primero trabajando la sensación de estar a salvo (sin lugar al juicio, ni a la descalificación), después haciendo la representación concreta prelógica de la defensa; conectando con la vulnerabilidad experimentada y la compasión que la misma despierta y finalmente entendiendo a esta defensa acorde con las circunstancias y posibilidades del allá y entonces pero ya innecesaria, e incluso lastimosa, en el aquí y ahora.

La “puesta en escena” de la fantasía infantil pre-lógica, preverbal, mágica, omnipotente y egocéntrica, se acompaña por la compasión que se le puede brindar a ese pequeño, que no contaba con más recursos,33porque así es el pensamiento infantil, así descifra la realidad cuando comienza a construir la representación de ésta.

Si el primer nivel habla el lenguaje del cuerpo, de la ritmicidad, de la respiración y del contacto,20 este segundo nivel habla el lenguaje del pensamiento mágico y preverbal, propio de nuestras experiencias vinculares primarias,31 cuando aún no podíamos poner en palabras lo que sentíamos. O si bien, las palabras ya existían, adoptaban la cualidad del pensamiento mágico infantil convirtiéndose en una especie de “conjuro”, entremezcladas con ideas supersticiosas, que pueden seguir aún vigentes, a pesar del paso del tiempo y de la madurez de nuestro pensamiento lógico deductivo y que se hacen evidentes a través de algunas obsesiones como la incapacidad de nombrar algo. Aparecen como ideas supersticiosas que limitan nuestra acción, porque se piensa que al hacerlo se tiene el poder para crearlo.31

Estas emociones tampoco responden a la lógica, sino hasta un segundo momento, cuando ya han sido interpretadas y traducidas desde una mirada compasiva19,34.

Después de haber trabajado en los niveles más primitivos a través de procesos de sincronización (emociones básicas) y de simbolización (emociones inconscientes infantiles), y de un abordaje compasivo hacia los mismos, con ejercicios propuestos por la Terapia Focalizada en la Compasión,34  favoreciendo la gestación de un self compasivo, sólo hasta este momento podemos acceder a las técnicas que ofrecen la psicoterapia cognitiva conductual, o los procesos reflexivos, o el trabajo alrededor del cambio hábitos con mucho mayor probabilidad de lograr un avance sustancial, en nosotros mismos.35,36

En este nivel las emociones ya entienden el lenguaje de las palabras y entonces las decisiones tomadas se logran sostener porque tienen cimientos arraigados en procesos motivacionales profundos.37,38

Estamos hablando de un trabajo progresivo de integración parecido al que se dio a través de la evolución, intentando acceder a los niveles más desarrollados de una manera integrativa.24  

Si queremos trabajar una emoción tan importante y profunda como la gratitud, y que implica la participación de las regiones más evolucionadas de nuestro cerebro, proponemos empezar con una meditación que nos conecte con la sincronía.14,18 Utilizamos movimientos rítmicos y sincrónicos para percibir la conexión orgánica con nuestro cuerpo. Posteriormente podemos pasar a identificar nuestras imágenes más primitivas fantásticas de cuidado y amor, o lo miedos y las imágenes que los sostienen. Desde ahí imaginar cuidar de este pequeño dándole lo que necesitaba en ese momento o identificar aquello que recibió amorosamente y la sensación de bienestar que lo acompañó, favoreciendo un yo observador compasivo, para finalmente acceder al pensamiento y la cognición y regresar al lenguaje de agradecimiento cotidiano por todas y cada una de las cosas que hoy se me regalan.39,40 Finalmente se puede planear un ejercicio cotidiano que favorezca generar un hábito, tal como iniciar el día con un pequeño ejercicio de agradecimiento, como una decisión consciente basada en el beneficio experimentado.41

Esta es la técnica que utilizamos en nuestro trabajo. Queremos aprender cada vez mejor a comunicarnos con estas partes primitivas de nuestro mundo emocional con el fin de escuchar mejor lo que tienen para enseñarnos y escucharlas tratando de conectar estas emociones primitivas con los recursos actuales, con nuevas posibilidades reales.

margriet boom.

 

Bibliografía.

1.        Keltner D, Sauter D, Tracy J, Cowen A. Emotional Expression: Advances in Basic Emotion Theory. J Nonverbal Behav. 2019;43(2):133-160. doi:10.1007/s10919-019-00293-3

2.        Panksepp J. The core emotional systems of the mammalian brain: the fundamental substrates of human emotions. In: Corrigall J, Payne H, Wilkinson H, eds. About A Body: Working with the Embodied Mind in Psychotherapy. Routledge; 2006:26-44. doi:10.4324/9781315824376

3.        Panksepp J. Brain Emotional Systems and Qualities of Mental Life. In: Fosha D, Siegel DJ, Solomon MF, eds. The Healing Power of Emotion: Affective Neuroscience, Development & Clinical Practice. Norton Professional Books; 2009:1-26.

4.        Porges SW. Reciprocal influences between body and brain in the perception and expression of affect: A polyvagal perspective. In: Fosha D, Siegel DJ, Solomon MF, eds. The Healing Power of Emotion: Affective Neuroscience, Development & Clinical Practice. W. W. Norton & Company; 2009:27-54.

5.        Panksepp J. Affective neuroscience of the emotional BrainMind: evolutionary perspectives and implications for understanding depression. Dialogues Clin Neurosci. 2010;12(4):533-545. doi:10.31887/DCNS.2010.12.4/jpanksepp

6.        Sapolsky R. Stressed-Out Memories. Sci Am Mind. Published online 2004:28-33. doi:10.1038/scientificamericanmind1204-28

7.        Sapolsky RM. Why Zebras Don’t Get Ulcers: An Updated Guide To Stress, Stress Related Diseases, And Coping. 2nd ed. Henry Holt and Company; 1998.

8.        van der Kolk BA. The Body Keeps the Score: Memory and the Evolving Psychobiology of Posttraumatic Stress. Harv Rev Psychiatry. 1994;1(5):253-265. doi:10.3109/10673229409017088

9.        van der Kolk B. Posttraumatic stress disorder and the nature of trauma. Dialogues Clin Neurosci. 2000;2(1):7-22. doi:10.31887/DCNS.2000.2.1/bvdkolk

10.     Saal F, Saettele H, Gear M, et al. El Lenguaje y El Inconsciente Freudiano. 2a. Siglo XXI; 1986.

11.     Freud S. “Recordar, Repetir y Reelaborar” (1914a). Vol 12. (Amorrortur Editores, ed.).; 1985.

12.     Freud S. El Yo y El Ello (1923). Vol 19. Amorrortur Editores; 1985.

13.     Davis KL, Montag C. Selected principles of Pankseppian affective neuroscience. Front Neurosci. 2019;13(JAN):1-11. doi:10.3389/fnins.2018.01025

14.     Leavitt KS. Pat Ogden, Kekuni Minton and Clare Pain, Trauma and the Body: A Sensorimotor Approach to Psychotherapy. Clin Soc Work J. 2008;36(2):221-223. doi:10.1007/s10615-007-0141-1

15.     Ogden P. Emotion, Mindfulness and Movement. In: Fosha D, Siegel DJ, Solomon MF, eds. The Healing Power of Emotion: Affective Neuroscience, Development & Clinical Practice. Norton Professional Books; 2009:204-231.

16.     Porges SW. The Pocket Guide to the Polyvagal Theory: The Transformative Power of Feeling Safe. W. W. Norton & Company; 2017.

17.     Ogden P, Fisher J. Sensorimotor Psychotherapy: Interventions for Trauma and Attachment. 1st ed. WW Norton & Co; 2015.

18.     Siegel DJ. Pocket Guide to Interpersonal Neurobiology: An Integrative Handbook of the Mind. Norton; 2012.

19.     Kim JJ, Cunnington R, Kirby JN. The neurophysiological basis of compassion: An fMRI meta-analysis of compassion and its related neural processes. Neurosci Biobehav Rev. 2020;108:112-123. doi:10.1016/j.neubiorev.2019.10.023

20.     Porges SW. The Polyvagal Theory: Neurophysiological Foundations of Emotions, Attachment, Communication, and Self-Regulation. Norton Professional Books; 2011.

21.     Feldman R, Gordon I, Influs M, Gutbir T, Ebstein RP. Parental Oxytocin and Early Caregiving Jointly Shape Children’s Oxytocin Response and Social Reciprocity. Neuropsychopharmacology. 2013;38:1154-1162. doi:10.1038/npp.2013.22

22.     Branchi I, Curley JP, D’Andrea I, Cirulli F, Champagne FA, Alleva E. Early interactions with mother and peers independently build adult social skills and shape BDNF and oxytocin receptor brain levels. Psychoneuroendocrinology. 2013;38(4):522-532. doi:10.1016/j.psyneuen.2012.07.010

23.     PANKSEPP J. Oxytocin Effects on Emotional Processes: Separation Distress, Social Bonding, and Relationships to Psychiatric Disorders. Ann N Y Acad Sci. 1992;652(1):243-252. doi:10.1111/j.1749-6632.1992.tb34359.x

24.     Montag C, Panksepp J. Primary emotional systems and personality: An evolutionary perspective. Front Psychol. 2017;8(MAR). doi:10.3389/fpsyg.2017.00464

25.     Feldman R. The Neurobiology of Human Attachments. Trends Cogn Sci. 2017;21(2):80-99. doi:10.1016/j.tics.2016.11.007

26.     Davis KL, Montag C. Selected Principles of Pankseppian Affective Neuroscience. Front Neurosci. 2019;12(JAN):1025. doi:10.3389/fnins.2018.01025

27.     Ardizzi M, Umiltà MA, Evangelista V, di Liscia A, Ravera R, Gallese V. Less Empathic and More Reactive: The Different Impact of Childhood Maltreatment on Facial Mimicry and Vagal Regulation. Hadjikhani N, ed. PLoS One. 2016;11(9):e0163853. doi:10.1371/journal.pone.0163853

28.     Bowlby J. Child Care and the Growth of Love. (Pelican Books, ed.).; 1953.

29.     Montag C, Davis KL. Affective Neuroscience Theory and Personality: An Update. Personal Neurosci. 2018;1:e12. doi:10.1017/pen.2018.10

30.     Bion WR. The psycho-analytic study of thinking. Psychoanal Q. 2013;82(2):301-310. doi:10.1002/j.2167-4086.2013.00030.x

31.     Odier Charles. La Angustia y El Pensamiento Mágico. Fondo de Cultura Económica; 1980.

32.     Boom M, Aguilar LC. Reparando El Cerebro. Trillas; 2010.

33.     Leaviss J, Uttley L. Psychotherapeutic benefits of compassion-focused therapy: an early systematic review. Psychol Med. 2015;45(5):927-945. doi:10.1017/S0033291714002141

34.     Gilbert P. Explorations into the nature and function of compassion. Curr Opin Psychol. 2019;28:108-114. doi:10.1016/j.copsyc.2018.12.002

35.     Pessoa L. The Cognitive-Emotional Brain: From Interactions to Integration. The MIT Press; 2013.

36.     Spsinger S, Deutsch G. Left Brain, Rigth Brain: Perspective from Cognitive Neuroscience. 5a. W. H. Freeman; 1997.

37.     Ellis A, Dryden W, Wozencraft TA. The Practice of Rational Emotive Behavior Therapy. J Cogn Psychother. Published online 1998. doi:10.1891/0889-8391.12.4.345

38.     Pessoa L. A Network Model of the Emotional Brain. Trends Cogn Sci. 2017;21(5):357-371. doi:10.1016/j.tics.2017.03.002

39.     Siegel DJ. The Mindful Brain. (Norton WW, ed.).; 2007.

40.     Siegel DJ. Mindful awareness, mindsight, and neural integration. The Humanistic Psychologist. 2009;37(2):137-158. doi:10.1080/08873260902892220

41.     Ellis A. Razón y Emoción En Psicoterapia. Lyle Stuart; 1962.