Nuestra evolución: Un cuento

“Es una fantasía engañosa creer que lo que te sucede, no me afecta. Andamos cada uno, nuestro camino, pero compartimos la Tierra y construimos juntos su destino. Es tanto lo que puedes enseñarme y mucho lo que puedo brindarte… precisamente porque miramos distinto”

margriet boom

En el principio todos éramos Uno

Formábamos una luz brillante y tenue, suave y cálida….

La Música, nos unía en una sola voz, haciéndonos sonar en armonía.

No sobraba nada… no faltaba nada…

Una Conexión amorosa lo llenaba todo… no existía el vacío…

No existía el Juicio, ni la Cobardía, porque no teníamos Miedo. Quizás por la necesidad de Movimiento y de Diversidad y para que pudiera aparecer la danza, sucedió la Gran Explosión, ese accidente cósmico llamado “Big Bang”.

Con ella, la aparición del Espacio y el Tiempo, la creación de la Materia y la Antimateria.

Aunque la creación del Espacio y el Tiempo permitía el movimiento, empezó a abrirse mucha distancia entre los elementos.

Por alguna extraña razón, la Separación, se convirtió en la protagonista del momento, sustentando, como su bandera, la progresiva expansión del universo.

Así fue como aparecieron las estrellas novas, supernovas, los meteoros y cometas que llenaron el cielo de Luz y de Sueños…. pero también hicieron su entrada triunfal los insaciables Hoyos Negros.

Y nos fuimos separando, sin saber muy bien por qué.

Fue creciendo el Vacío, para ocupar el Espacio… ¡Que inexplicable paradoja!

Y después, para llenar este Vacío, nacieron el Dolor y el Miedo.

Desde entonces, nuestra carrera evolutiva ha tenido que resolver esta ficción.

La fantasía engañosa de que estamos separados y que el desarrollo consiste en la supervivencia del más fuerte.  Ficción que ha logrado apoderarse de la mente y del destino de muchos de nosotros.

Esto dio lugar al nacimiento de un gigante implacable: el Ego

Los individuos más sobresalientes sobrevivían más tiempo y por lo mismo tenían más oportunidades para reproducirse y poblar el planeta, convirtiéndose en la especie dominante. 

Para nuestros parientes mamíferos, ser macho o hembra alfa, constituyó así una gran ventaja.

La hermosa apariencia, la fuerza, la capacidad de vencer al adversario, la asombrosa elegancia… cualidades presentes en Ego, los hacían arrolladoramente seductores y exitosos en eso de dominar a los otros, y de conquistar el mayor número de parejas para reproducir su estirpe.

Y así aparecieron nuevas especies y desaparecieron las que no supieron sostenerse. ¡Incontables pérdidas innecesarias!

Separación y Ego dieron luz a dos hijos: Orgullo y Arrogancia.

Orgullo creció erguido, con la mandíbula hacia arriba y el pecho hinchado.

Era imponente.

No tropezaba, a pesar de que su mirada se dirigía siempre hacia otro lado.

Lo rodeaba una tensión aplastante que obligaba a mirar hacia abajo a cualquiera que se encontrara cerca de él.

Arrogancia era elegante y fría, nunca vertía una lágrima, a pesar de que estuviese atravesando el dolor más intenso.

No perdía la compostura… siempre iba digna y trajeada.

Orgullo y Arrogancia habitaban en una mansión llena de objetos brillantes, pero fríos. No había en su palacio ningún espacio cálido. El frío invierno deambulaba por todos los espacios.

Eran admirados y constantemente recibían regalos. Pero ni Orgullo, ni Arrogancia lograban ser felices, a pesar de ser venerados por muchos seguidores.

El Vacío estaba presente en sus genes y no lograba llenarse nunca.

Tal como les sucedía a los Hoyos Negros cuya fuerza de gravedad atraía y desaparecían cualquier objeto cercano, Orgullo y Arrogancia atraían todos los cumplidos, y sin lograr llenarse,se tragaban toda la atención disponible, sin poder satisfacer, en lo más mínimo, su necesidad de ser vistos.

Por otro lado, era difícil estar cerca de ellos y aún más difícil conservar una relación duradera. Se sentían atacados ante la más mínima diferencia de opinión que pusiera en tela de juicio su manera de explicar el mundo. Eran impositivos y no entendían otro vínculo distinto a la sumisión o admiración, por eso se sentían tan solos.

Celosos de su apariencia, siempre estaban inertes y acartonados, eso sí, no tenían ni una sola arruga que desacreditara a su elegante presencia.

En otro lugar de la Tierra y a pesar de que la gran explosión instaló a la Separación como la nueva protagonista en el Universo, lograron sobrevivir, afortunadamente, algunos de los pobladores de nuestra antigua Conexión. Entre ellos la Música. En su capacidad de generar sonidos hermosos la Música contradecía a la Separación, pues solo en la unión de los sonidos se crea la Armonía y en la conjugación y movimiento se sostiene la Melodía y se crea la Vida.

Si bien Música sobrevivió, había quedado muy maltrecha por la explosión y no podía iniciar su camino con toda su fuerza, necesitaba recuperarse.

Empezó a manifestarse en el ritmo de los tambores tribales, que fue dando lugar al baile, a la cercanía, a la sincronización del movimiento…  a la tan añorada danza.

En este movimiento delicioso de los cuerpos a través del ritmo y de los tambores, y en el calor de la cercanía, sin darse cuenta, se entrecruzaron las miradas y sin saber cómo sucedió, apareció el Amor. Ese maravilloso sentimiento que nos regresa a la Conexión y resuelve el espacio y el tiempo. Brindándonos esa sensación de volver a estar unidos en un destino, compartiendo los pasos y caminando al lado.

El Amor nos regaló una voz que permitía llamar al otro por su nombre, aceptando su naturaleza, sin intentar cambiarle, sintiendo que cada letra llenaba nuestra necesidad de nombrarle, de llamarle, tal y como era.

A diferencia de los otros pobladores de la Tierra no exigía la perfección. Podía sostener la vulnerabilidad como parte de su esencia, porque nacía de nuestra necesidad de contacto y le daba un lugar a nuestra inacabada humanidad, permitiendo conectarnos en la búsqueda, y mágicamente, destronaba a Ego con una caricia…sin violencia.

Este personaje, Amor, podía hacerse presente en las más diversas situaciones. Entre animales y sus crías, entre machos y hembras, entre amigos entrañables, entre el viento y las aves, entre la cascada y el río, entre el amanecer y la montaña… y se volvía contagioso, tan contagioso que dio lugar a la Esperanza.

Amor y Esperanza tuvieron muchos hijos: Generosidad, Compasión, Alegría, Confianza, Lealtad, Reparación, Amistad, Paciencia, Sabiduría… tantos y tantos que formaron una tribu.

En esta tribu parecía encontrarse el camino de regreso a la Conexión, porque estaba inscrita en cada uno de ellos, pues era su ancestro.

La tribu vivía en un lugar apacible, en medio de un valle y rodeada por cascadas y una selva verde, poblada de diversas especies que convivían y respetaban la tierra, un poco alejada de la civilización, pero desarrollando sus propios recursos, no menos valiosos, ni menos eficaces.

Por su parte, la estirpe de Separación y Ego seguía su destino, muy lejos de la tribu. Se expandieron rápidamente por el mundo y aprovecharon el desarrollo tecnológico. Ego era especialmente hábil para colarse por los rincones y aparecía constantemente en todas las redes sociales. Se hizo famoso, tenía miles de seguidores.

Arrogancia y Orgullo le ayudaban con la imagen corporativa y así fue como nació Poder para manejar las distintas áreas que iban haciéndose más y más complejas y que requerían de un control más estrecho e inteligente. Todo iba viento en popa para esta especie cuando empezaron a presentarse mutaciones en las siguientes generaciones. Arrogancia y Orgullo, sin saber por qué, dieron lugar a dos hijos poco funcionales: Miedo y Culpa. Podrán imaginarse la desilusión que resultó para tales progenitores la fragilidad que expresaban sus criaturas.

Miedo y Culpa salieron desterrados, como sujetos indeseables y se les prohibió la palabra. No podían nombrar su dolor porque al hacerlo cuestionaban a Ego, primer ancestro de la manada. Desterrados e impotentes se fueron a caminar por el mundo para buscar un lugar que pudiera responder a su añoranza de contacto, de pertenencia, de sostén.

En algún lugar de su esencia, tanto Miedo, como Culpa traían inscrito el recuerdo de la necesidad de Conexión. Así pesar de ser tan incomodos, pues su presencia no era agradable, ofrecían una maravillosa oportunidad de retorno. Es curioso cómo a través de nuestra vida, en muchas ocasiones, es nuestra Fragilidad quien nos abre la puerta hacia un nuevo camino. Al llegar a la tribu fueron aceptados de inmediato. Les abrieron las puertas y el corazón en un instante.

Compasión fue la primera en acercarse, entendiendo su dolor les ayudó a llevar la pesada carga con la que viajaban. Tomó sus enormes valijas y los invitó a sentarse a la orilla del agua, para refrescar sus pies cansados. Miedo y Culpa no estaban muy seguros de acercarse, ya estaban muy lastimados.

Pero Confianza les dio la mano, mientras Paciencia les dijo que tomaran su tiempo para dar cada paso, no había prisa, hay cosas que tienen que hacerse despacio, muy despacio, sobre todo cuando estás lastimado. No necesitaban apresurar, ni hacer nada que no los hiciera sentir a salvo. Miedo y Culpa miraban recelosos. Había “gato encerrado”. Quieren que los admiremos como a Arrogancia para convertirnos en sus súbditos y utilizarnos a su antojo, se decían, convencidos de la mentira que encerraba esta nueva manera de acercarse.

Sabiduría entendió su desconfianza y le pidió ayuda a Generosidad. Le dijo con mucha claridad y certeza.

Las heridas que tienen son profundas y se curan despacio, con mucho amor, aunque parezcan rechazarlo.

Culpa está cansada de no sentirse suficiente y recuerda que cada vez que le han brindado algo, le ha significado un precio inmenso a cambio. El Chantaje ha sido, para ella, en innumerables ocasiones, un costo impagable, que solo aumenta sus deudas y su carga.

Miedo siempre ha sido abandonado, no puede abrir su corazón porque teme volver a ser lastimado. No quiere acercarse y volver a recargarse en unos brazos que prometen sostenerlo, porque lo han dejado muchas veces destrozado y no quiere aumentar el Dolor que significa esta Traición.

Denles tiempo y acompañen su tristeza, no destierren sus lágrimas, solo acurruquen y arrullen su Nostalgia.

No fuercen la Alegría, pero si invítenla de vez en cuando, para curar viejas heridas e irle dando cabida. Hace bien reír y bailar un poco a pesar de la Tristeza.

Si el Miedo mejora, se volverá Cuidado, tan necesario para cualquier persona que anda por esos poblados lejanos.

Si Culpa mejora se convertirá en Responsabilidad, lo que la llenará de fuerza y confianza.

Tenemos mucho que aprender de nuestros nuevos invitados, sólo que su mensaje se ha desvirtuado y cuesta recuperarlo. Necesitamos mucho que Cuidado y Responsabilidad vayan reencontrando su verdadero legado.

No defiendan la razón, no necesitan conceptos y no traten de atacar a sus ancestros, seguramente es parte del dolor de estar tan separados, y solos, lo que los ha llevado a estos desarreglos.

En el otro logar de la Tierra, Ego, que siempre se sentía el dueño del destino de todos sus descendientes, se enteró de que varios de los pobladores de su reino se dirigían hacia la tribu para curar a sus hijos. Y es que muchos pobladores del reino habían dado a luz descendientes con síndromes derivados de mutaciones que los volvían frágiles. En el reino de Ego no había curación, ni cabida para esas dolencias.

Aparecieron Angustia y Rabia, Odio y Desconfianza…. contradiciendo el destino glorioso esperado para los descendientes de Ego.

Ego decidió entonces emprender una campaña para exterminar a los débiles.

Implantó la eugenesia y cada vez que una emoción hiciera presente algún tipo de Fragilidad, sería condenada a desaparecer en el Inconsciente.

Pensó que ahí desterradas y reprimidas dejarían de dar problemas.

Estas emociones frágiles fueron así expulsadas a un terreno inhóspito y desierto. Curiosamente, en este lugar, en lugar de perder fuerza, la represión las hacía crecer descomunalmente y de una manera deformada. Se hicieron gigantescas e incluso grotescas.

Crecieron y crecieron por la sensación de no poder ser abrazadas, ni sostenidas… aumentando así su fuerza destructiva y se distorsionaban porque a final de cuentas necesitaban ser vistas y atendidas…

Inconsciente fue crecientemente poblado por nuevos desterrados que llegaban a la región obscura, pero esta no era la única cara de este planeta.

Dentro de Inconsciente había también otra cara llena de luz y de vida. En este Inconsciente habitaba, en la parte iluminada del planeta, la perdida Conexión. Así que en el Inconsciente existía toda la materia prima necesaria para permitir la diversidad, sin desconexión, pero había mucho trabajo por hacer. Estaba todo en estado primitivo y era muy difícil encontrarle organización y sentido.

Se expresaba, pero hablaba a través de actos fallidos, de sueños, del instinto… lenguajes difíciles de descifrar y traducir, pero llenos de riqueza. Su fuerza estaba relacionada con su potencial de desarrollo, pero había que trabajar la tierra y arar el campo, regar las semillas y andar despacio, muy despacio.

Algunos de los desterrados lograron colarse hacía la cara luminosa del planeta y desde ahí ingresar a la tribu.

Como la tribu no tenía problema con la Fragilidad, Inconsciente dejaba salir a sus habitantes cuando se dirigían a este sitio compasivo, pues ahí no eran mal vistos, ya que la Fragilidad era bienvenida y arropada. Aunque de inicio, no puedo negarles que los pobladores de la tribu se asustaron mucho ante el estruendoso grito que despedía Rabia, al observar cómo se suavizaba cuando era abrazada por Compasión y escuchada con atención, dejaron de sentir Miedo.

Rabia pudo entender el Dolor profundo que existía en su cuerpo. Era el dolor que existe en todos los cuerpos que no son escuchados, a quienes se les arrebata la palabra y se les impone otra verdad, distinta a la propia…  

Rabia, entendió la trascendencia de respetar lo que cada uno está viviendo, porque se había visto privada de este derecho y entendió que su respuesta explosiva tenía con ver con la necesidad de hacer valer su lugar. Entonces pudo empezar a ver que los otros también necesitaban ser respetados igualmente.

Conforme iba desarrollando la Compasión hacia sí misma, y hacia los otros seres, se volvió una experta en descifrar las emociones que cada uno sentía y así fue como se transformó en Empatía. Culpa y Miedo, que habían sido los primeros en llegar buscando refugio en la tribu, si bien habían mejorado, no acababan de sanar. Daban pasos hacia adelante y hacia atrás.

Lo importante es que pasaban más días siendo Responsabilidad y Cuidado que Culpa y Miedo, pero cuando se asustaban, regresaban, como todos lo hacemos, a nuestros conocidos hábitos. Un día mientras Culpa paseaba por los alrededores conoció a Perdón. Cayó enamorada al instante.

Era tan suave y al mismo tiempo tan fuerte, tan seguro y a la vez flexible, tan auto afirmativo sin necesidad de ser estruendoso. Tan sereno y al mismo tiempo tan valiente,  tan cariñoso y a la vez tan sabio… que quedó prendada de su fuerza para sostenerla y hacerla sentir segura. Culpa aún no se había curado del todo, aunque Perdón la sostenía con toda su fuerza y nació de ellos un hijo, que aparentaba ser parte de la tribu, pero en realidad portaba la terrible mutación de los pobladores del reino, esa que siempre llevaba a la Separación.

Juicio, como llamaron a su hijo,era más peligroso que los pobladores del reino, porque no parecía frágil, sino seguro y defensor de la Justicia.

Juicio creaba mucha confusión, porque defendía valores, pero con una dureza implacable que se expresaba en la condena de quienes cometían alguna falta, como si fuera posible no hacerlo. Usaba como bandera todas las bendiciones que se respiraban en la tribu, pero las imponía con una fuerza implacable, con maltrato y prepotencia, haciendo que perdieran su verdadera esencia

Juicio decidió que todos los pobladores del reino merecían la horca, portándose tan cruel como ellos mismos. Fue tomando tanta fuerza que de pronto los campos de la tribu ya no eran tan verdes, ni el aire tan fresco, ni se sentía la ligereza de estar habitando el propio cuerpo. Algo andaba mal… muy mal.

Juicio arremetió contra todos. En su naturaleza también condenaba la fragilidad, lo mismo que habían hecho Ego, Arrogancia y Orgullo.

Amor y Sabiduría estaban realmente preocupados y no sabían cómo ayudar a Juicio porque su dureza había dado lugar a una nueva mutación. Así apareció la Crueldad.

Contra las propuestas de Juicio, que trataba de desterrar y destruir a los habitantes del reino, Amor y Sabiduría tenían la claridad suficiente para entender que el camino era precisamente el contrario. Si a Arrogancia se le arropaba con ternura, se iría transformando en Seguridad. Si a Orgullo se le trataba con respeto, se iría convirtiendo en Bienestar… si a Ego se le arrullaba suavemente, se transformaría en Amor Propio.

Pero es muy difícil que los oigan entre tanto grito. Juicio hace tanto ruido…. Y habla con tanta imposición que Amor y Sabiduría llegaron a sentirse derrotados, hasta que descubrieron que el camino que les permitiría avanzar era uno muy distinto. Trabajan cada día, despacio y sin prisa, a través de la sonrisa de los niños, del cuidado a un desvalido, de la alegría de la música, del color de las flores… del aire que te acaricia en la cara, de las lágrimas de consuelo, del corazón que se llena cuando compartes el tiempo, de la llamada de un amigo…

Trabajan sin descanso y cada día, en el salir del sol, en los destellos del amanecer y en la frescura de la noche, en el vaivén de las olas, y en el sonido de los pájaros… en la magia de la vida, en la luz de las estrellas y el aroma de los bosques. En el abrazo de tus manos y en el calor de tu cariño, que recibo sin pedirlo. En tu risa que contagia el gusto por la vida, en la música de tus pasos, en la carrera de tu esfuerzo, en la dulzura de tu abrazo y en la certeza de que mañana, si realmente lo buscamos, siempre podemos encontrarnos.