“Las emociones afectan nuestra manera de percibir tanto al mundo, como a las otras personas. Aquéllas que alimentemos brillarán con más fuerza, iluminando nuestras creencias y dejando en la obscuridad lo que no queremos ver”.
margriet boom
Si bien nuestro mundo emocional es tremendamente complejo, dentro de nuestras reacciones emocionales podemos identificar mecanismos primitivos, más accesibles, que facilitan nuestra entrada en este apasionante universo.
Aunque estos mecanismos distan mucho de ser sencillos, son más fáciles de identificar debido a que se hacen evidentes a través de respuestas corporales (latido del corazón, sudoración, apertura ocular, etc.) Estas respuestas automáticas nos permiten hacer una rápida evaluación de un estímulo clasificándolo en atractivo o aversivo.
Las emociones primitivas (que son sólo la base del proceso emocional) se clasifican en positivas y negativas y representan una respuesta global.1
El estímulo, al que evalúa esta respuesta emocional, puede provenir del ambiente (a través de alguna percepción) o de nuestro mundo interno (si se trata de una sensación, un pensamiento o un recuerdo).2
Las emociones primarias están muy cerca de las respuestas corporales primitivas.
Para simplificar el estudio de éstas últimas podemos dirigir nuestra atención hacia organismos más simples.
Nuestra evolución es tan naturalmente sabia, que utiliza repetidamente mecanismos biológicos que han sido útiles en el pasado. Podemos encontrar receptores tan importantes para nuestra regulación emocional, como el de la serotonina, en organismos que datan de hace 500 millones de años.3
De tal modo que podemos estudiar organismos y procesos sencillos como base para la comprensión de nuestra compleja vida emocional.
En los seres unicelulares, como las bacterias, la evaluación rápida del estímulo se da a través de lo que se conoce como tropismo. Un tropismo positivo lleva a la bacteria a acercarse al estímulo por ser útil; un tropismo negativo la lleva a alejarse por tratarse de una sustancia tóxica. Se trata de una respuesta binaria, es un sí o un no, una atracción o una aversión.4
Nuestras respuestas emocionales básicas son mucho más complejas que un tropismo, (que en realidad tampoco es simple pues implica la existencia de receptores especializados),4 pero tienen cierta semejanza pues nos permiten una respuesta global e inmediata, relacionada a la supervivencia y pueden ser agradables o desagradables.5
En nuestras emociones primitivas este mecanismo de aproximación o aversión se da precisamente a través de la búsqueda de las emociones agradables y la tendencia a evitar las desagradables,6 aunque no en pocas ocasiones un estímulo puede despertar conjuntamente emociones agradables y desagradables al mismo tiempo, haciendo nuestra respuesta aún más compleja.
Empecemos por tratar sólo de entender de donde proviene esta respuesta y sus mecanismos básicos.
¿Cuál es la base fisiológica que sostiene esta respuesta?
¿En dónde se ubica la respuesta emocional?
Si bien la figura popular la sitúa en el corazón, por la participación de este órgano en muchas de nuestras reacciones emocionales (el latido del corazón se afecta con la emoción) todos sabemos que se relaciona con la actividad cerebral.1
Durante mucho tiempo se pensó que la respuesta emocional se ubicaba específicamente en el sistema límbico cerebral7. Hoy sabemos que la respuesta emocional engloba a todo el cerebro, especialmente las regiones centrales,8 privilegiándose la activación de ciertas estructuras según el nivel evolutivo de la emoción en cuestión y si bien el sistema límbico participa de manera importante, no se excluye la participación de otras regiones, dependiendo el nivel de conciencia del proceso emocional en cuestión.9
Pero ¿qué es la actividad cerebral?
Las principales células del sistema nervioso son las neuronas, transmisoras de información. Las células gliales les sirven de soporte, cumpliendo funciones estructurales, inmunitarias y de alimentación, tales como: formar la capa de mielina, fagocitar desechos, cicatrizar el tejido ante una lesión, proporcionar recursos alimenticios, etc.
Las neuronas se han especializado a tal grado para poder transmitir información, que ya no se reproducen, es decir, ya no se dividen a través del proceso de mitosis.10
Esta transmisión de información que llevan a cabo las neuronas se hace posible través de sinapsis químicas y eléctricas.
En el caso de los mamíferos estas sinapsis son principalmente químicas, es decir, se dan a través de la liberación de neurotransmisores.
Los neurotransmisores se libera en un espacio que se denomina canal sináptico (hendidura entre una y otra célula). El neurotransmisor liberado afecta a la neurona postsináptica (la que le sigue) a través de receptores especializados.11
Estos receptores transmiten la “información” recibida generando un cambio de polaridad en la membrana de la neurona, al abrir canales por donde entran y salen moléculas cargadas eléctricamente. Este cambio se va transmitiendo a través de esta hasta llegar a la siguiente sinapsis, donde provocará la liberación de un nuevo neurotransmisor.
El impulso nervioso es, a fin de cuentas, la transmisión de un potencial eléctrico que se denomina potencial de acción. Es un cambio en la carga eléctrica de la neurona cuyo interior se encuentra normalmente cargado negativamente dentro de un medio exterior que se encuentra cargado positivamente. Esto sucede cuando el impulso sobrepasa un nivel que se llama umbral provocando que se abran estos canales que se denominan iónicos. Se denomina iones a las moléculas con carga eléctrica. Los canales iónicos, de esta manera, dejan entrar moléculas cargadas eléctricamente a la neurona cambiando su carga (positivamente si se trata de un proceso excitatorio o negativamente si se trata de un proceso inhibitorio, según si el ion que dejan entrar es de sodio -Na+, o de cloro Cl-).12
Para que la neurona pueda recibir otro estímulo debe regresar a su estado inicial, pasando por un período refractario antes de poder iniciar otro potencial de acción.
La polaridad inicial que permite este envío de información se llamada potencial de membrana y se mantiene a través de un trabajo constante. Es decir, la posibilidad de enviar información se basa en el hecho de que exista, por default una diferencia eléctrica entre el exterior y el interior de la célula nerviosa.
El trabajo que mantiene la polaridad de la membrana se realiza a través de bombas que introducen en la neurona algunas moléculas y expulsan otras, en contra de su carga eléctrica. La principal de estas bombas es la bomba de sodio potasio que hace el intercambio activo entre estas dos moléculas: potasio al interior y sodio al exterior.
Para realizar este trabajo se requiere utilizar energía. La principal expresión de energía en la célula es el ATP (adenosín trifosfato).
Así que cuando hablemos de energía en estos artículos nos estaremos refiriendo específicamente a energía medible e identificable en procesos fisiológicos. 13
Otro dato muy importante es que esta activación “tiene memoria”. Es decir, si generamos la activación repetida de un circuito neuronal, esta conexión se activará más fácilmente.
Hebb descubrió esta característica que se ha simplificado con la expresión: “las neuronas que se encienden juntas se conectan juntas” (“neurons that fire together wire together”).
Este fenómeno, denominado potenciación a largo plazo, (LTP, long term potentiation) nos permite explicar procesos de aprendizaje, memoria y hábitos, que se generan a través de la repetición14.
Si bien esta es una característica de todo fenómeno de plasticidad cerebral, tiene una gran importancia para nuestro tema: la activación repetida de una emoción hará más fácil su encendido, y es importante que recordemos esto.8
Podemos entonces llegar a la siguiente conclusión de nuestra definición.
La emoción supone una actividad cerebral que implica el uso de energía para la generación del impulso nervioso subyacente.2
Pero si bien esto es cierto, no se agota aquí nuestra definición. Todas las actividades cerebrales tienen esta característica: La memoria, el pensamiento, la planeación y ejecución de un movimiento, la toma de una decisión, …. y no sólo la emoción. Así que, si bien es un elemento indispensable para la comprensión de lo que es una emoción, no es suficiente.15
Esto nos lleva a una siguiente pregunta:
¿Cuál sería el tipo de activación que supone una emoción?
El cerebro es un sistema sumamente complejo y está formado por múltiples estructuras que interactúan constantemente.16
Los modelos pueden ayudarnos en el proceso comprensivo, aunque después tengamos que llenarlos de correcciones debido a su inexactitud.
Paul MacLean propuso la existencia de un cerebro triuno (es decir dividido en tres niveles, mismos que fueron apareciendo progresivamente a través de la evolución de las especie, como veremos en siguientes capítulos).10 Este modelo puede ser útil para entender tres niveles jerárquicos de organización:
Explicándolo de manera muy simplificada podríamos decir que las principales funciones se organizan como sigue:
- Tallo cerebral: relacionado con las funciones vitales como ritmo cardiaco, respiración, presión arterial, etc. Entre muchas otras funciones establece la conectividad entre el cerebro y la médula espinal.
- Estructuras subcorticales en donde encontramos ganglios basales, hipotálamo, tálamo y todas las estructuras que regulan muchas de nuestras respuestas automáticas, principalmente de tipo endócrino y del sistema nervioso autónomo, lo mismo que nuestro comportamiento inconsciente, movimientos y respuestas caracterológicas y que suponen cierto nivel de aprendizaje, primitivo y preverbal.
- Corteza cerebral, parte más externa del cerebro y la última en aparecer en la evolución, donde se ubican las funciones cerebrales superiores: lógica, matemática, pensamiento, toma de decisiones, generación de ideas, etc. Base de los procesos más evolucionados y donde se ubica la consciencia17
Durante mucho tiempo y hasta hace pocos años, se pensaba que las emociones ocupaban principalmente estructuras subcorticales. Se ubicó a la emoción específicamente en lo que se denominó sistema límbico.18Sin embargo, nunca se logró un acuerdo unánime de las estructuras que lo componían. La gran mayoría incluía a: la amígdala, el hipocampo, el tálamo e hipotálamo, núcleo acumbeo y la sustancia gris periacueductal en el tallo cerebral (estructuras subcorticales) y el circuito del cíngulo y la corteza orbitofrontal y prefrontal (estructuras corticales) como sus principales componentes.10
Se argumentaba que las emociones eran inconscientes y automáticas y por eso no llegaban hasta la corteza cerebral.19
Se realizaron múltiples experimentos sobre mensajes subliminales: por ejemplo, la presentación de una imagen desagradable dentro de la proyección de una película. Esta imagen no se registraba conscientemente, sin embargo, generaba una respuesta corporal: aumento del latido cardiaco o una sensación de ansiedad sin que pudiera reconocerse una causa.20 Se planteó que existía una vía rápida y otra lenta para la transmisión de esta información, la lenta según esta hipótesis pasaba por la corteza y la rápida iba directo del tálamo a la amígdala, centro de respuesta emocional y por ello no había registro consciente de la misma.21
Pessoa y muchos otros investigadores han demostrado que el procesamiento de la corteza puede ser tan rápido como el subcortical y que además la corteza puede estar involucrada también en procesos inconscientes.16
Desde la visión de este autor la emoción, más bien, es una respuesta global, que implica a los tres niveles del cerebro triuno de MacLean.
Lo que caracteriza a la emoción precisamente es que se trata de esta respuesta global que se genera a través de la activación de estructuras cerebrales que se ubican centralmente (hacia la parte media del cerebro) y que por lo mismo se encuentran especialmente conectadas a otras estructuras cerebrales para poder generar esta respuesta global. La respuesta global es lo que permite la evaluación rápida de un estímulo y si bien implica una importante activación subcortical, ésta no es exclusiva.16
Pessoa subraya la participación de la amígdala cerebral en esta respuesta emocional por su importante conectividad cerebral, tanto hacia la corteza prefrontal como hacia las estructuras subcorticales, lo que le confiere un lugar muy importante para la activación global.22
Sin embargo, y esta es una de las principales aportaciones de Panksepp y su estudio de la vida emocional a través de las distintas especies, si existe una mayor activación de los distintos niveles cerebrales de acuerdo con el nivel evolutivo de ciertas emociones.
Incluimos aquí su interesante diagrama. En el mismo el nivel evolutivo privilegia la activación de los niveles según la emoción de la que estemos hablando, como se desarrollará en posteriores capítulos.
Tomado de Panksepp, J ; Biven,L. The Archeology of Mind. Neuroevolutionary Origins of Human Emotion. Norton Series on Interpersonal Neurobiology; Norton and Company; New York, 201223
En la neocorteza se encuentran funciones tan evolucionadas como nombrar las emociones (names of feelings), los procesos de mentalización (mentalization), la presencia plena (mindfulnes), la capacidad de autorregulación (containment). Este nivel, como veremos implica procesos de conciencia y abstracción muy evolucionados y por eso se implica la participación de la neocorteza cerebral.
Emociones como la culpa, la censura, la empatía y la confianza son inconscientes, lo mismo que las relaciones objetales – o experiencias primitivas de relación en donde las mismas fueron aprendidas. Estas emociones se ubican principalmente en ganglios basales, con una participación muy significativa de la amigdala.
Las emociones básicas, que no requieren aprendizaje, que son heredadas para la supervivencia,se ubican en tallo cerebral y son: la curiosidad, el deseo sexual, el cuidado, la agresión, el temor, el pánico y el juego. Son herramientas con las que llegamos al mundo para poder responder a los estímulos.23
Estos temas serán desarrollados con detalle en capítulos siguientes. Baste ahora simplemente con señalar que las emociones presentarán ciertas características de activación cerebral prevalente de acuerdo con su nivel evolutivo.
Como se señalaba en el pie de la imagen, los experimentos de Panksepp con mamíferos y aves le permitieron identificar que existen emociones básicas que no requieren de aprendizaje y que se adquieren de manera heredada.24,25
Un ratón no necesita aprender a temerle a un gato.26 Si este aprendizaje fuera necesario probablemente ya no tendríamos el problema de la invasión de estos animalitos en nuestros hogares pues ya habrían desaparecido de la faz de la tierra. Y un ratón no solo le teme a la presencia de un gato, incluso teme a su olor, aunque nunca lo haya experimentado. Responde con aceleración del corazón, aumento de la alerta y disminución de la exploración del ambiente.27
Estas respuestas heredadas son sustratos que permiten la supervivencia de la especie, por lo menos estas emociones básicas.
Podemos ir resumiendo nuestras conclusiones en cuanto a las características neurofuncionales de estas emociones primitivas.
- Las emociones son un tipo de activación cerebral.
- Que suponen la utilización de energía.
- Que provocan una respuesta global y rápida ante un estímulo.
- Que en su forma básica tiene una función para la supervivencia de la especie.
Algo característico de la emoción es que genera una respuesta corporal.
Si se nos permiten algunas metáforas comunes se dice que la emoción intensa “se siente en el cuerpo”. La ansiedad provoca que nos suden las manos o nos lata rápido el corazón…la tristeza se puede sentir como una “opresión en el pecho” o un “nudo en la garganta”, la rabia hace “hervir nuestra sangre”, etc.
El hipotálamo, “coordinador hormonal” de nuestro cerebro conecta este cerebro con el cuerpo a través de las hormonas, por eso se dice que realiza una función neuroendócrina.10
Podemos añadir a nuestra definición nuevas características.
- La emoción primitiva implica una respuesta corporal apoyada en la secreción hormonal.
Recordemos que al inicio señalábamos que la emoción puede suscitar una sensación agradable o desagradable según esta evaluación determine que es un estímulo útil para nuestra supervivencia o riesgoso para la misma, generando una respuesta del sistema hacia su aproximación o hacia la “lucha o la huida.”28
La complejidad de la respuesta emocional se debe además a que un mismo estímulo puede suscitar emociones incluso contradictorias. Podemos querer lograr un objetivo deportivo pero el esfuerzo que necesitamos realizar para alcanzar la meta deseada también genera cansancio, lo que no nos resulta tan agradable.29
Simplifiquemos su comprensión tratando de entenderlas, de inicio, separadamente y en capítulos posteriores entrar en esta intrincada dificultad.
Podríamos añadir a nuestra definición una nueva característica:
- Las emociones pueden generar una sensación agradable o desagradable, lo que lleva a querer experimentar algunas y evitar las que no son placenteras.
Sabemos que hay múltiples definiciones y clasificaciones de las emociones.
La aproximación psicoanalítica habla de emociones conscientes e inconscientes.30
La psicología positiva clasifica a las emociones en positivas y negativas, etc.31
Ya iremos abordando algunas de estas interesantes aproximaciones, sin embargo, en este momento sentimos importante definir una emoción desde la aproximación neurofuncional por proporcionar una base teórica muy útil desde donde partir.
Podemos cerrar nuestra primera lectura diciendo que una emoción, a nivel neurofuncional implica:
- Un tipo de activación cerebral.
- Que supone energía.
- Provocando una respuesta global y rápida ante un estímulo.
- Que en su forma básica es un sustrato para la supervivencia de la especie.
- Y se expresa en una respuesta corporal apoyada por la secreción hormonal.
- Generando una sensación agradable o desagradable, lo que lleva a querer experimentar algunas y evitar otras.
Estas afirmaciones se apoyan en el trabajo de brillantes estudiosos en el campo de las neurociencias. Este campo ha tenido un crecimiento explosivo. Los descubrimientos del siglo pasado permitieron que en las últimas décadas surjan, diariamente, miles de investigaciones que explican el fenómeno mental desde múltiples lentes, como son: la biología molecular, la epigenética, la neuroendocrinología, la neurofisiología, etc.
A continuación, encontrarás las principales referencias en que nos apoyamos en este capítulo y a las que puedes acudir directamente para profundizar en estos temas.
Podrás apreciar la dedicación, tiempo y trabajo que se encierran detrás de cada una de estas conclusiones básicas.
margriet boom
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